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El incendio de las mariposas: Un diario convertido en confesionario, escusado, cloaca y refugio

Una niña-mariposa se arrastra convertida en gusano pisoteado por manos muertas de tanto tocarla. La poesía es la ventana por la que Alondra Berber nos deja asomarnos al miedo, la confusión y aunque no lo parece de principio, también a la esperanza, no como utopía barata sino como el lazo firme que nos saca de nuestros infiernos personales. Una lectura que exige más de una lectura, pasar los ojos por sus líneas una sola vez no sería justo. Dentro de ese incendio de palabras navegan historias escondidas en la memoria de las niñas que somos todas las mujeres cuando vamos creciendo.


El incendio de las mariposas es un libro tan íntimo que no tiene espacio para pretensiones retóricas. El lenguaje es directo, honesto, contundente. Leerlo requiere olvidar prejuicios. Expone un mundo perverso de niños que juegan a cosas de adultos dejando la inocencia de manera violenta, es ahí cuando uno debe hacer pausa, tomar aire y dejarse contagiar por el desamparo que tiene la protagonista de la historia. Un diario convertido en confesionario, escusado, cloaca y refugio. Alondra tiene la facilidad para inundar de imágenes cada una de sus palabras y estas se nos meten por los ojos haciéndonos parte del dolor, la ausencia por lo perdido ó la rabia del silencio.


Un libro donde la autora ofrece ocho maneras distintas de abordarlo, cada una igual de estremecedora que las otras. Una niña que te lleva de la mano desde el vientre materno hasta un acuario pintado de recuerdos del padre omnipotente que después vemos convertirse en cristal frágil, al que todas las huérfanas nos abrazamos cuando nos falta fuerza para seguir viviendo. Pasamos el tiempo cuidándonos de todo el mal que hay afuera pero el monstruo mora dentro de nosotros, un buen día salta dispuesto a salpicarnos el corazón de tinta china y no hay más remedio que romper el capullo, comenzar a vivir con todo y nuestras alas rotas.

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